18 jul 2012

[東方 /SpinJazz/ Arrange] Doudan-Tsutsuji - Swinging Misfortune

Luces de neón, el sonido de los zapatos de Nueva York, los faros, la niebla, la suciedad de fuera, la pulcritud de dentro, lujo, blanco y negro, todo ello conjunto en la mente de los deseados y deseadores de la noche. Un líquido que se vierte en la copa de la aceituna y unos pasos de baile que retumban por las salas. Dorado y suelo de moqueta rojo por todas partes y la más brillante y deslumbradora cantante de lentejuelas que la noche pueda pagar. Las notas salen de su garganta y se mezclan con la suciedad del aire. 


La ciudad que respira, baila y goza al mismo tiempo. La ciudad de las cadenas y las libertades. 
Hay que celebrar, siempre hay que celebrar. El deseo lo requiere y manda. La noche está de rodillas con un collar atada al reposa brazos del sillón del deseo quien se encuentra en el cuello del vestido rojo. 
Los ojos de pícaro, las miradas indiscretas y los zapatos de baile. Nos acompaña esta noche la big band de los sin día que tocarán por hasta que las estrellas decidan dormir al fin.

14 jul 2012

Cambio

Las botas de cuero le rozaban al caminar por las altas hierbas de los países encantados de árboles colgantes y suelos pertrechados con la más fina arcilla de todo el lado oeste de los mares calientes. Apartó hojas de su cara, apartó lianas, ramas, liendres y aires sospechosos de colores inusuales. La maleza era inmensa y la densidad vegetal cegaba alrededor como una niebla clara, clara como los árboles que la rodeaban, árboles brillantes de troncos claros y translúcidos.
Daba más pasos y no hacía más que encontrar más bosque, "un lugar infinito del que no se puede escapar", eso la dijeron. "No entres" la advirtieron. Pero los sueños son muy poderosos en la gente inocente y propietaria de sí mismos.
Apretó el colgante de fino cristal con la mano y comenzó a andar con los ojos cerrados imaginando una puerta, la misma, una y otra y otra vez. Una puerta gris, desigual, grande y de piedra y de pronto se cayó al suelo, estaba delante de la puerta... temblorosa agarró el picaporte y empujó una puerta sin pared, y vio un horizonte, un horizonte naranja con un cielo azul fuerte lleno de manchas con forma de nube. Dio un pasó hacia dentro, cerró la puerta y miró detrás de ella.

Corrió, corrió mucho detrás de la puerta, sentía cada paso, lo sentía en su sangre que subía rápidamente desde la planta dolorida del pie hasta el cerebro, no le importaba. Apretaba los dientes para aguantar el cansancio, no le importaba. El sudor le hacía tambalearse y se le metía en los ojos, pero no le importaba. Corría hacia aquello que siempre quiso y a por lo que vino hasta estas alejadas y mágicas tierras. No comprendía el valor del camino, por lo que su objetivo cada vez estaba más y más lejos mientras corría hacia él. Hasta que se sintió desplomarse y el polvo acariciando su cara.

Lejos, muy lejos estaba aún su sueño. Parecía rendirse, pero decidió andar, anduvo durante dos noches, no sentía hambre y no sentía sed, pero se sentía pesada así que decidió caminar desnuda.
Poco a poco se fue acercando hasta que llegó.

Con ilusiones en los ojos contempló un majestuoso edificio delante suyo, de piedra, lleno de detalles, columnas, mármol, estatuas sin nombre ni rostro. Sólo se distinguían dos cosas, un rosetón y un portón. Lentamente abrió el portón... vio un juego de luces precioso que apuntaba desde las ventanas laterales hasta el centro de la sala pintada de adoquines negros y blancos y columnas de alturas infinitas. En el centro, los sueños de una pequeña chica que corrió mucho hasta encontrarlos, los sueños de cambio.
Nada es eterno, ni la propia eternidad será eterna.
Todo lo que comienza tiene que tener un fin, el destino sólo dura mientras dure la realidad, la muerte sólo es eterna mientras haya vida, el espacio no tendrá fin hasta que se agote el tiempo. Así como la realidad será eterna hasta que desaparezcan los sueños.

Se acercó poco a poco, dentro de aquel lugar no había sonido, ella andaba en silencio con sus ojos clavados en su sueño: el cambio.
Se sentía sola en mares oníricos de soledad y horror, la realidad no era mejor, después de ser traicionada por su familia y más tarde de ser vendida tres veces ser violada sus sueños se volvieron mucho peores. El mundo consideraba su propia existencia un insulto. El ser inmortal incapaz de morir, incapaz de vivir, incapaz de existir e incapaz de soñar. Ese era ella. No pudo amar y nunca la amaron. No le quedaba nada por ver ni nada por sentir.

Toda su vida pasó en un soplido y una lágrima cayó sobre su mano al estirarla y ver el cambio. Tornó la cabeza hacia los dos lados y extendió la mano. Tocó el cambio y ella comenzó a desaparecer, poco a poco, brillaba y flotaba, desde la mano hasta la cabeza y los pies, se iba haciendo añicos, desintegrándose en luz, en mariposas, en montañas, ríos, nubes, leones, ciudades, gorros, árboles y petunias. Comenzaba a flotar y entrar en trance, desaparecía de la realidad, los sueños y se desataba del destino, con una sonrisa.
Cuando no quedó nada de ella, el cambio devoró su pedestal, poco a poco y cuando toco la primera baldosa se extendió fugazmente hasta alcanzar la puerta, al borrarla, comenzó a borrar el suelo del horizonte rojo al llegar al infinito comenzó a devorar el cielo, y las nubes, todo. Pronto todo fue una puerta en la nada más absoluta. Allí espera vuestra condena. En el bosque que nadie debería entrar, una puerta, la puerta invisible, una simple puerta de piedra que guarda en su interior el cambio. Seres de la realidad y los sueños que vivís según vuestra esencia, esperad a que se abra... esperad el cambio, el cambio de todo, el cambio de nada, el cambio absoluto que no puede ser parado y no puede ser ignorado.

Todos llevamos dentro esa puerta, ninguno se atreve a abrirla... fingimos que no existe pero en el fondo, sabemos que está allí, aguardando... la puerta que guarda todos los secretos, la puerta que guarda todas las preguntas, la puerta que hará que seamos todo y nada... por siempre, en un enlace infinito y verdaderamente eterno, el cambio.

5 jul 2012

Austin Wintory - Apotheosis

La visión se nublaba, espejismos vislumbraba en el horizonte, un horizonte desprovisto de civilizaciones y de cualquier otra señal que distraiga la plenitud, sólo el cielo azul y el suelo rojo a sus pies. Un paso y el espejismo cambia, por entero, escalonadas estructuras y arqueados edificios surgen de la nada levantando un polvo que le arrastraba y le cegaba. Cuando quiso darse cuenta y mirar hacia arriba vio la mayor ciudad que jamás imaginó, la ciudad de los sueños, llegaba hasta las inalcanzables nubes en ese desierto rojo infinito. Lo único que podía interesarle de todo ese yermo había crecido y estaba al final del horizonte, sólo tenía que ir a por ello.
Sudaba, miraba inquieto y tosía despacio. Daba los primeros pasos, no desaparecía, estaba allí. Daba los segundos pasos, no dejaba de estar quieto y real. Daba los terceros y se acercaba, comenzaban a sonarse campanas desde lo alto de las nubes, ¿era real por fin? ¿Lo que andaba buscando durante tanto tiempo por fin era real y duradero?
Saltó y, como él soñó, voló, lo contempló por entero; era magnífico, lo que más había soñado y anhelado estaba justo enfrente suyo abierto completamente para él.

Bajó de su vuelo, posó los pies sobre el suelo. Le echó un último vistazo... se le derramó una lágrima que no pudo contener más tiempo... El sol brilló y él se acercó, posó su mano sobre él y dio media vuelta, al fin lo había logrado.
El camino había concluido pero era un ser humano, una persona real... cuando alcanza el final de un camino no planta su bandera y pasa a la posteridad, no, siguen adelante y trazan otro camino, hasta el fin del horizonte, hasta que se pose el sol que los contempla... por toda la eternidad.