Corazones temblantes en aguas terrenales se abalanzan sobre la densa y reluciente arena de la playa a la que han aterrizado dispuestos a encontrarse en otro mundo el cual tienen justo delante de ellos.
Un mundo informe, de cosas por descubrir, esencias por sentir, emociones por disfrutar y experiencias por vivir.
Lo artificial los acompaña, es difícil encontrarse al natural en ese espacio de tiempo concreto, el cemento y el gris pueblan ese mundo pero no le tienen miedo. Se tienen el uno al otro.
Aún así nada escapa al gris, la apatía puebla los barrios y la rutina los vigila con mucha atención.
Aún así, no dudan, se deslizan por al fría y hormigonada noche para encontrarse el uno al otro, al fin, se dan cuenta de lo más importante, no les importa nada más que estar junto al otro, su circunstancia es indiferente si pueden crear un mundo propio.
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