Comienza la lluvia, una lluvia que embarga las emociones y deja una carcasa vacía como un huevo de fabergé a la luz de un domingo de verano.
Cuando vuelve la calma, el monstruo no se ha movido, sigue estando de pie frente a su mismo reflejo, su veracidad le deja atónito, mas no puede moverse hasta que vea otro espejismo. ¿Junto a él? ¿Delante de él? ¿Deberá estar él? Le importa poco.
Nubes de hierro le acechan mas se convierten en el algodón más dulce que la amargura pudo dar
Mil Gracias a Cris Hachi Land, por ponerme de nuevo en mi camino :)
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