El corazón comienza a acelerarse, recae y se agita, no para de moverse, expulsa mariposas y tus piernas tiemblan por un tobogán de sensaciones sinceras y de creencia irresoluble. No ves, sólo puedes mirar. Estás consternado, de aquí en adelante no haces más que preguntarte qué está pasando, las nubes se alejan, tu corazón grita, tu pecho respira, tu movimiento se detiene, tu parálisis es total.
Ella se acerca... sus tiernos labios te acarician la mejilla como un millón de golondrinas revolcándose en tu piel de algodón de azúcar. Chispas e ilusiones en un instante. Metáforas y alegorías recorren tu firmamento. Deseas que sus labios no se despeguen nunca de ti, pero ya ha pasado esa milésima de segundo, la vida continúa, todo transcurre el día en el que te enamoraste...
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