Se mueve, se gesta, sobrevive. No para de dar golpes en su cárcel del color de la pasión, pasión que siente por cada momento de consciencia. Avisa de su llegada, "ya estoy aquí" dice, "recogedme". Un dolor de arriba abajo, más poderoso que el mayor de los astros partiéndose en mil pedazos.
El sacrifico que se paga por un milagro es enorme. Aún así, la realización y la satisfacción no nos las quita nadie. Una corriente de alegría y felicidad que nos envuelve entre sus brazos como una fina manta de seda para dejarnos caer en la fuente que nos hará resurgir. Vemos la luz, una luz cegadora y libre que nos muestra el camino que buscamos, camino que elegiremos. Somos libres, respiramos, miramos, vemos, amamos a aquel ente sobrenatural que nos creó, nuestra madre, nuestro padre; la vida nos ha regalado su milagro, ¿lo aceptas?
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