Dedos largos y finos por sus curvas de carretera desértica y piel a flor de nervios que se agita sudorosa entre caderas propias de las ninfas de la antigüedad.
Los mismos dedos acarician flores perfectas mientras la lengua le susurra al cuello con cariño que todo está bien y que se deje llevar por las carreteras de la pasión.
El rojo tinta sus mentes y el pelo se entrecruza entre gritos sordos y movimientos que se estremecen, la suavidad de unos muslos encuentra los opuestos excitantes y los pétalos que salen de la canción les inundan la habitación.
Mira hacia el infinito mientras una lengua recorre su secreto más oculto y con aire caliente exhala su vida en un suspiro, éxtasis infinito. Se vuelven a mirar, las miradas se penetran entre ellas, el roce de los labios es intenso pero lento, se susurran "te quiero".
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